Vivir con amor de madre

María madreAcabamos de estrenar un nuevo año. Parece que nada cambia y, sin embargo, si vemos la vida desde una óptica de fe, todo puede ser nuevo. Es un año más que Dios nos regala para llenarlo de vida y amor; un tiempo de gracia y oportunidades. Estos primeros días del año todos nos vamos a felicitar y nos vamos a desear lo mejor. Serán palabras vacías si no ponemos a todas esas personas en nuestra oración, si no las presentamos al Señor deseándoles que les llene de sus bendiciones.

A veces sólo lo decimos “de boquilla”, no como un deseo real; tal vez nuestro orgullo impida que se lo deseemos a algunas personas. Tendremos que hacer un esfuerzo y dejar a un lado las rencillas para perdonar y pedir perdón, para comprender a los otros, para darles una nueva oportunidad. No sería bueno teñir este nuevo año ya desde su inicio de revancha, de odio, de rivalidad. Lo que deseamos debe ser sincero y debe ser universal; ¿qué tipo de católico (universal) seríamos si sólo deseamos la paz a unos pocos? Nosotros no podemos ser como los fariseos que solo saludaban a sus amigos –nos dice Jesús en el Evangelio–, sino como Dios, que hace salir el sol sobre buenos y malos.

La liturgia ha querido que el primer día del año esté dedicado a la Madre de Dios, la Virgen María. Es precioso empezar de esta manera; ya desde el primer momento ponemos el año bajo la advocación y la protección de Santa María. Si queremos evitar conflictos, reyertas o disputas vanas y estériles, imitemos a María en su escucha de la Palabra, y su silencio, en su ejemplo de vida.

Os invito a que el principal deseo, el propósito más importante que hagamos hoy para el año nuevo, no sea adelgazar o aprender un idioma o hacer deporte o cuidar la dieta; como creyentes os invito a que el propósito de este nuevo año sea vivir con amor de madre, que es el amor que más dura y que nunca falla. El amor de madre no es un amor exclusivo de las buenas madres, es el amor al que debemos aspirar todas las personas: niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres. Es el amor entendido como don, como regalo generoso, como entrega, como servicio desinteresado y constante. Si vivimos con este amor sembraremos paz y tendremos paz. Por eso dice la Sagrada Escritura que Dios nos ama con entrañas de madre, porque ese amor no entiende de edades ni de preferencias ni de protagonismos ni de egoísmos; vive para los demás, para darse, para abrirse a todos, para servir a todos, para perdonar a todos.

Al iniciar este año 2017, hagámoslo de la mano de María y ofreciendo nuestro corazón y buenos deseos a todos, especialmente a los que más nos cuestan. Te dejo unas frases de una oración:

¡Acompáñanos, Virgen Santa María!
No dejes que se duerma ni se debilite la fe.
Imprime deseos de justicia en todos nosotros
ansias de verdad en nuestras palabras,
sentimientos nobles en nuestros corazones,
y alegría allá por donde caminemos.

¡Feliz año nuevo!