Los principios no negociables

Voto útil vs Voto ResponsableEn la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis del papa Benedicto XVI, en el número 83, podemos leer lo siguiente (las negritas y mayúsculas son mías):

Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado COHERENCIA EUCARÍSTICA, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el RESPETO Y LA DEFENSA DE LA VIDA humana, desde su concepción hasta su fin natural, la FAMILIA fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la LIBERTAD DE EDUCACIÓN de los hijos y la promoción del BIEN COMÚN en todas sus formas. Estos valores no son negociables. (…) Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores, es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.

El papa Benedicto XVI habla de los CUATRO PRINCIPIOS NO NEGOCIABLES que todo católico debe respetar a la hora de emitir su voto: defensa de la vida, familia, libertad de enseñanza y bien común.

En el artículo anterior os hablaba del voto en conciencia. Aquí arranca, esta es su fuente: los cuatro principios no negociables. Ya vale de que defendamos lo indefendible, por ejemplo: a partidos que justifican el aborto más o menos libre o el “gaymonio” o la injerencia del Estado en la educación de los hijos. Ya vale de decir que votamos a tal partido diciendo que los demás son peores todavía. Aquí no se trata de quien es menos malo (porque para mí, como católico, todos los grandes partidos son malos), si no dónde está el mayor bien. Y si está en partidos muy pequeños y que todavía no han conseguido representación parlamentaria es porque los católicos no nos hemos tomado en serio nuestro voto. Y si ves que nadie te representa no votes. Y no votarás no por dejadez sino por responsabilidad política y de fe.

Votar en conciencia supone dejar de una vez la trampa económica por la que se guían los partidos hoy. Si analizamos un poco los debates o las propuestas de los partidos sólo tienen economía. Por importante que sea -y lo es-, los valores están por encima del dinero. La economía no puede ser nunca la razón principal para emitir el voto. Lo primero y principal son los principios morales.

Muchas veces hablamos de la crisis actual; la verdadera raíz de esta crisis está en que hemos perdido la moral y no nos regimos por la ley de Dios. Y si esa ley universal no vale, todo está permitido, como estamos viendo. Decía en una ocasión el Papa Francisco que la razón de la crisis económica está en la avaricia; el mundo entero se echó encima de él porque sacaba a la luz lo que nadie quiere decir: que la raíz está en una crisis moral, en un pecado. ¿Dónde está la raíz de la violencia extrema que vemos a diario?, ¿dónde la corrupción?, ¿dónde el robo de dinero público?, ¿dónde los ataques a las capillas e iglesias en España y en el mundo?, ¿dónde arranca todo eso? En que hemos permitido que nuestros políticos no se rijan por la ley de Dios. Y lo hemos permitido por omisión y por comisión, con nuestro voto, sobre todo con ese engaño del voto útil o el voto al menos malo.

Antes de votar pregúntate: ¿qué sabes de lo que el partido al que quieres votar dice sobre la defensa de la vida?, ¿qué propuestas tiene sobre la familia y el matrimonio entre hombre y mujer?, ¿qué sobre la libertad de enseñanza?, ¿qué sobre el bien común (defensa de los más desfavorecidos)? En rigor la economía debería versar sobre este último punto. ¿Pasa algo porque cambie mi voto?, ¿pasa algo porque no vote a los de siempre? No, no pasa nada; pasa que estás madurando en un punto muy claro: que no quieres tragar con el mal, que no aceptas que pisoteen tus creencias.

Hubo un presidente en España que sí tenía claro que esto de los principios era importante, y por eso los quiso eliminar todos y sacó leyes sobre el aborto libre, el “matrimonio” entre personas del mismo sexo y de ideología de género, ir reduciendo la libertad de enseñanza proponiendo una asignatura llamada educación para la ciudadanía que trataba de dar normalidad desde los niños -¡los niños!- a la pansexualización actual, etc., etc., etc. Los que hacen el mal suelen ser muy astutos. ¡Mira que nos lo avisó Jesús!, y veinte siglos después seguimos tan cándidos… A ese presidente ahora sólo le recordamos porque no quiso reconocer la crisis económica. ¿Y qué ha pasado con todo lo demás? ¿Qué han hecho el resto de políticos, el siguiente presidente -el actual-? ¿Hemos hecho algo los católicos? ¿Hemos exigido la revocación de esas leyes, hemos mantenido una postura firme ante esas aberraciones? En su momento salimos en manifestaciones, pero enseguida nos cansamos. Por eso el voto, es más importante que nunca. Si todos nos decidiéramos a apoyar a los partidos que mejor nos representan, ¿no crees que ya estarían en el parlamento? ¡Dejemos ya lo del menos malo o el voto útil! No hay voto útil para un católico con los actuales partidos con representación parlamentaria. Y no es cuestión de economía, es cuestión de principios, y los principios no son negociables.

Para las elecciones pasadas la plataforma Hazteoir.org elaboró una guía del voto que vale exactamente igual para las actuales elecciones porque no han variado los programas electorales, basada en estos principios. Es una iniciativa, de un grupo de católicos implicados en la vida social y política que nos puede ayudar a abrir los ojos. Te la dejo en este enlace. Piensa y decide tu voto. Pero luego no te quejes de que todo sigue igual o que las cosas van a peor…


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